El anticiclón de las Azores nunca había anunciado tanta tormenta. La tensión entre el gobierno de Cavaco Silva y la república islandesa, está a punto de derivar en un enfrentamiento bélico en altamar. Y la flota de atuneros gallegos está también a punto de convertirse en los daños colaterales del conflicto, ante la dificultad de faenar entre fuego cruzado.
Toda la culpa es de un brote fundamentalista que recorre la isla como una llama de lava ardiendo. Miles de jóvenes islandeses, universitarios en su mayoría, se han ofrecido voluntarios para embarcar hacia el mítico enclave, y acabar por las armas con la hegemonía lusa.
La Mentira Post
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